sábado, 21 de enero de 2012

"HUELLAS EN EL AGUA es un llamado de alerta sobre el daño que le estamos haciendo a nuestro planeta"

Entrevista exclusiva a Boy Olmi. El actor define su segunda experiencia cinematográfica, Huellas en el Agua, única película argentina partícipe del Green Film Fest.



Luego del éxito nacional de su primera ópera prima, Sangre del Pacífico, el actor, y ahora director, Boy Olmi apostó nuevamente al cine con una propuesta diferente. Huellas en el agua es un documental sobre el proyecto de la nadadora de aguas abiertas y profesora de Semiología en la Universidad de Buenos Aires, María Inés Mato, de unir a nado las Islas Malvinas. Mato perdió una pierna en un accidente a los cuatro años. Sin embargo, Olmi destaca en el tráiler de presentación: “Su condición de aparente discapacidad la dotó, paradójicamente, de una sobre-capacidad que se manifiesta en la relación de su cuerpo con el agua”.

¿Cómo conoció a María Inés Mato?
La conocí a través de Vicente Graziano, que es el flautista que la acompaña en todos sus cruces y travesías y con quien yo había estado en una expedición en el Aconcagua, donde compartimos varias experiencias de naturaleza extrema. Después de que Vicente acompañó a María Inés a cruzar el canal de Beagle, me llamó y me dijo que tenía que conocer a una mujer increíble que tenía un plan magnífico para nadar en las aguas y los mares helados, y me aconsejó realizar un documental sobre ella. Así fue como la conocí a María Inés e inmediatamente me vinculé con su proyecto.

¿Qué es lo que captó su atención de Mato?
Además de todas las cualidades que son visibles, María Inés trabaja desde un lugar de concentración que le permite ocuparse de lo que realmente es importante y deja de lado todo lo que es superfluo. Tiene una relación muy interesante con el ser social, es decir, no caretea a nadie, no actúa más de lo que tiene que actuar, no busca ser simpática, no busca nada más que llegar al objetivo y dedicarse muy concentradamente en lo que tiene que hacer. Es como un guerrero japonés que tiene muy claro su objetivo y trabaja claramente hacia eso.

¿Por qué decidió hacer un documental sobre una de sus aventuras?
La propuesta de María Inés tenía numerosos componentes fascinantes, relacionados con el medio ambiente, la superación de la discapacidad transformándola en sobrecapacidad, la soberanía, el ejemplo de vida, la relación entre el arte y la naturaleza. Incluso los viajes que proponía realizar para unir nadando las Islas Malvinas, me fascinaba como propuesta para mi propia vida, implicaba recorrer los mares del sur, los glaciares y los lagos.

¿Qué le produjo la relación artística que existe entre Mato y Graziano, que se observa a lo largo del documental?
Siento mucha empatía con eso de transitar caminos y niveles que no son los convencionales, que no son del todo conscientes.  Hay algo muy poético en la propuesta de Vicente de transformar el viento y el medio ambiente en sonidos que derivan en música, la cual crea una suerte de surco virtual en el agua sobre el cual María Inés se mueve. Hay una relación muy poética entre ellos que es lo que sostiene la combinación del ejercicio de una deportista en aguas heladas y un músico tocando la flauta. Son dos aspectos que no tienen nada que ver y, sin embargo, se combinan de una manera muy armónica.

Le llevó alrededor de seis  años realizar Huellas en el Agua; mismo tiempo que con su primera producción cinematográfica, Sangre del Pacífico.  ¿Considera que los períodos extensos responden a las necesidades del film o a que a usted, como director, le gusta trabajar con el tiempo suficiente para responder a todos los detalles?
Creo que cada cosa tiene su propio tiempo, cada maduración tiene su propio desarrollo y cada proyecto va pidiendo cosas diferentes. En ambos casos, tanto Huellas en el Agua como Sangre del Pacífico, llevaron un determinado tiempo de construcción para que cada cosa madurara bien, lo que implicó mucho sacrificio, esfuerzo y dedicación, pero también mucho amor. Puede haber algunos procesos más cortos y otros más largos, de hecho yo trabajo de muy distintas maneras según el proyecto. Pero cada uno tiene su tiempo propio.

Cuando dirigió Sangre del Pacífico, reveló que las mayores dificultades durante el rodaje se debieron a sus miedos por su primera experiencia como director. ¿Qué dificultades tuvo a lo largo del rodaje de Huellas en el Agua?
Las dificultades en Huellas en el Agua se plantearon por el hecho de resolver cada una de las instancias que María Inés tenía que lograr en cada lugar durante el viaje. Pero no tuve miedo en resolver cuestiones que se planteaban. Yo tenía que solucionar las diferentes etapas, por ejemplo, cómo llegar a Malvinas. Creo que el miedo es una dificultad para todas las personas en general pero a la hora de dirigir no siento miedo, siento mucha libertad, placer, emoción. Y hacer Huellas en el Agua fue un verdadero acompañamiento, significó ser un testigo privilegiado.

¿Cuáles son aquellas cosas que extraña de la actuación cuando está dirigiendo?
Extraño que me digan lo que tengo que hacer porque, como director, uno tiene la responsabilidad de llevar adelante muchas cosas y, como actor, uno se puede entregar más dócilmente a las instrucciones de otro. Pero, al mismo tiempo, extrañar eso tiene la contrapartida de poder hacer lo que yo quiero. Cuando dirijo siento mucha libertad.

¿Cómo definiría su lenguaje cinematográfico como director?
Soy muy sensorial y lúdico. Me gusta componer imágenes ya que me importa el costado armónico de la composición fotográfica. Al mismo tiempo, tengo ciertos componentes surrealistas vinculados a mi relación con el inconsciente y me da placer detectar esos aspectos sensoriales.

¿Por qué considera que Huellas en el Agua fue el primer y único film argentino proyectado en el Green Film Fest?
Cuando vi la programación, me di cuenta que era la única película argentina en medio de producciones muy destacadas, incluso dos eran candidatas al Oscar. Esta situación responde a que en Argentina no se han hecho en cantidad producciones sobre temas ambientales. Creo que recién ahora está comenzando a expandirse la temática y empezará a aumentar el número de producciones al respecto.

¿En qué claves de la película se pone de manifiesto la relación con el medio ambiente?
La propuesta de María Inés parte de las tradiciones de las tribus del sur de la Patagonia, de las mujeres yámanas, que se metían al mar y tenían una relación con el medio ambiente de preservación. Ahora la preocupación por el medio ambiente ha adquirido nueva importancia por las consecuencias del cambio climático, por ejemplo, el derretimiento de los glaciares. Y Huellas en el Agua, al transitar por esos lugares y poner esa situación en evidencia, es un llamado de alerta sobre el daño que le estamos haciendo a nuestro planeta.

¿Cuál es su relación personal con el desarrollo sustentable y el cuidado del medio ambiente?
Por un lado, tengo mucha conciencia de eso y una estrecha relación de toda mi vida con la naturaleza. Por otro lado, soy una persona muy urbana que siempre vivió en una ciudad como Buenos Aires, por lo que voy  notando a lo largo de mi vida ese deterioro que se produce en el medio ambiente.  Trato de, con mi actitud diaria y, al mismo tiempo, con la posibilidad que tenemos de comunicar a través de los medios de comunicación y en la vía pública, de concientizar acerca de que nos tenemos que hacer responsables de este tema entre todos, en cada día y desde cada uno.

¿Por qué hay que ver Huellas en el Agua?
Es una historia increíble, sorprendente, de un ejemplo de vida y es un personaje en el que se concentra la superación de la discapacidad, la relación con el medio ambiente, la soberanía y el cruce mágico que puede existir entre la ciencia y el arte. 

En el marco del Festival Internacional de Cine Ambiental, el filme se proyectará hoy a las 20 en el Centro Cultural Todo Cambia, a 400 metros del lago Meliquina, sobre ruta 63, en Neuquén.

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